Descripción
Desde el año 2009 Raúl Herrero no entregaba a la prensa un nuevo poemario. En ese momento de su título Los trenes salvajes escribió Enrique Villagrasa: «La lectura de Los trenes salvajes del polifacético escritor, pintor, editor, Raúl Herrero (Zaragoza, 1973), me ha supuesto un trallazo mental tal que me a llevado ha pensar que, tal vez, el fin que persigue su poesía es dislocar toda la poesía escrita hasta ahora… ». Y el escritor Antonio Tello en una reseña afirmó: «Con ironía, humor —blanco y negro— y una rica imaginería, Raúl Herrero consigue que Los trenes salvajes dejen temblando el realismo y a los realistas y que la realidad de la poesía quede expuesta a los mil registros de la imaginación».
En Sombra Salamandra el autor vuelve al humor entonada con la mezcla de géneros: el surrealismo, la dislocación de la realidad propia de estados alterados de la conciencia de la psicodelia, el pop y la tradición. Por sus poemas desfilan, de nuevo, una caterva de personajes y monstruos: Drácula, el hombre lobo, el hombre menguante, los humoristas Tip y Coll, Luis de Góngora, Javier Gurruchaga, El Verbo, los Pitufos, los hermanos Marx, Chaplin, el monstruo de Frankenstein… En mitad del libro se introduce la traducción de un supuesto manuscrito encontrado sobre el que nos ilumina un tal Profesor Arrupe. A continuación diecinueve fragmentos nos hablan de un tal conde Orlok que, en primer persona, narra sus hazañas «iniciáticas» en una etapa oscura de la humanidad. Un largo poema «La sombra de la salamandra» nos habla de amor y de muerte, de humor y de temblor… Y así navegamos hasta el final del volumen en el que Louis Armstrong se nos aparece transformado en el Arcángel San Gabriel. El volumen se cierra con un completo estudio de la obra de Herrero preparado por Jaime D. Parra: «El poeta Raúl Herrero, con una trayectoria de obras más larga de lo que se piensa […]. Seguidor de A. F. Molina, y formado por él, como también lo fuera Beneyto, Herrero ha quedado, desaparecidas ya las primeras generaciones postistas, como la antorcha viva que defiende su pervivencia. Como seguidor de Molina, su fuente mayor de inspiración es el Romanticismo alemán y sus herederos el surrealismo francés y lo mejor de su raíz hispánica de posguerra: las líneas filopostistas y pánicas. Ory, Chicharro, Carriedo, Cirlot, Labordeta, Pino Arrabal, Serra, Beneyto, Crespo, Nieva, Pizarnik, Cela son la clave de esa poesía. Y con ellas sus atmósferas poéticas: relatos negros, poemas en prosa, aforismos, poemas lúdicos o apocalípticos, poemas experimentales, interés por las artes, y toda la línea de una geografía del imaginario: El Bosco, Swift, Carroll, Lautréamont, Schwob, Jarry, Wagner, Michaux». Los dibujos del joven artista de cuatro años Hermes Antonio Herrero añaden el contrapunto perfecto a esta nueva dislocación de la realidad.
Ilustraciones de Hermes Antonio Herrero Martín
Epílogo de Jaime D. Parra